¿Venerar Las Reliquias Sagradas De Los Santos es Bíblico?

¿Que son las reliquias?

Según enseña la Iglesia Católica las reliquia sagradas puede referirse a los restos mortales de un santo como fragmentos de su cuerpo, objetos que utilizaron durante su vida, ropa, rosarios, etc.

Obviamente, para los protestantes, la veneración de las reliquias sagradas esta relacionada con la idolatría y la necromancia. Algunos dicen que no tiene mucha diferencia con el culto a la Santa Muerte.

Ademas, los Testigos de Jehová dicen que la veneración de las reliquias de los santos lleva a las personas a creer en la inmortalidad del alma, doctrina que ellos consideran pagana y anti-biblica.

Pero las reliquias no son exclusivas de personas santas o martires, también se les llama reliquia a algún objeto que perteneció a algún ser querido, como una medalla por ejemplo, y que tiene para el propietario un valor sentimental. 1https://definicion.de/reliquia/

Las reliquias son de tres clases.

Las de “primera clase” o también llamadas de primer grado, son el cuerpo o los fragmentos del cuerpo de algún un santo, o algún mártir como un hueso.

Las reliquias de “segunda clase” son algo que le perteneció al santo como una camisa, un libro, un rosario o algún fragmento de algún otro objeto.

Las de “tercera clase” o de tercer grado, son aquellos objetos que el santo tocó o que han sido tocados por una reliquia de primera, segunda o de tercera clase”. 2https://www.aciprensa.com/noticias/fotos-por-que-los-catolicos-veneran-reliquias-33432

El Concilio de Trento (sess. xxv. De Invoc. Sanct.) Resume La enseñanza de la Iglesia Católica con respecto a la veneración de las reliquias de la siguiente manera.

“Instruyan también a los fieles en que deben venerar los santos cuerpos de los santos mártires, y de otros que viven con Cristo, que fueron miembros vivos del mismo Cristo, y templos del Espíritu Santo, por quien han de resucitar a la vida eterna para ser glorificados, y por los cuales concede Dios muchos beneficios a los hombres…” 3López de Ayala, Ignacio, trad. El sacrosanto y ecuménico concilio de Trento. Séptima Edición. Barcelona: Sierra y Martí, 1828. Print.

¿Porque se veneran las reliquias de los santos?

Son dos las razones principales:

  • La Biblia,
  • Y la garantía que su cuerpo serán glorificados en la resurrección.

Addis, William E. y Thomas Arnold comentan:

“La Iglesia venera especialmente los cuerpos de los mártires y otros santos; porque, mientras estaban en la tierra, sus cuerpos eran los templos del Espíritu Santo y ellos mismos eran miembros vivos de Cristo. Sus almas ya están en el cielo, su gloriosa resurrección es una cuestión de certeza y, por lo tanto, la Iglesia anticipa alegremente la gloria que Dios dará a estos restos en el último día.”4Addis, William E., y Thomas Arnold. A Catholic Dictionary 1887 : 714. Print.

En otras palabras, como los santos vivieron tan unidos a Dios en cuerpo y alma, esa participación en la divinidad es la que hace que sus restos mortales tengan un valor especial; no por el hecho de que los huesos tengan un distintivo en cuanto a lo orgánico, sino porque fueron “poseídos por de Dios” por así decirlo en cuanto a la gracia. Y como su resurrección gloriosa esta ya asegurada, la Iglesia venera sus reliquias de una forma anticipada.

Las reliquias en la Biblia.

Reliquias de primer grado.

“Moisés tomó consigo los huesos de José, pues este había hecho jurar solemnemente a los israelitas: Un día Dios los visitará; entonces se llevarán de aquí mis huesos con ustedes.” (Éxodo 13.19)

“Eliseo murió y lo enterraron. Bandas de moabitas penetraban en el país al inicio de cada año. En una ocasión estaban unos enterrando a un hombre y, al avistar la banda, lo arrojaron en la tumba de Eliseo y huyeron. El hombre entró en contacto con los huesos de Eliseo, cobró vida y se puso en pie.” (2 Reyes 13.20–21).

Objeción.

“También debe notarse que las Escrituras no dicen que alguna vez se veneraran los huesos de Eliseo aunque estuvieron relacionados con una resurrección.”

Respuesta.

No fueron venerados en el sentido cristiano tradicional (recolectar sus huesos para conservarlos en un relicario). Sin embargo, no deberíamos, apresuráramos y pasar por alto este hecho, como si El Espíritu Santo no inspiró este versículo para deducir del que los huesos de un hombre santo tiene un valor para Dios mucho mayor que los huesos de cualquier otro mortal.

Y por tanto, si Dios permitió este milagro, fue para enseñarnos a valorar las reliquias de los santos, que a pesar de que sus restos y su sepultura se debe respetar y por tanto venerar.

De segundo grado.

“Tomó el manto que había caído de las espaldas de Elías y golpeó las aguas, pero estas no se separaron. Dijo entonces: «¿Dónde está Yahvé, el Dios de Elías?» Golpeó otra vez las aguas, que se separaron a un lado y a otro, y Eliseo pasó sobre terreno seco.” (2 Reyes 2.14)

“Los creyentes cada vez en mayor número se adherían al Señor, una multitud de hombres y mujeres… hasta el punto de sacar los enfermos a las plazas y colocarlos en lechos y camillas, para que, al pasar Pedro, siquiera su sombra cubriese a alguno de ellos. También acudía la multitud de las ciudades vecinas a Jerusalén trayendo enfermos y atormentados por espíritus inmundos; y todos se curaban.” (Hechos 5.14–16)

“Dios obraba por medio de Pablo milagros no comunes, de forma que bastaba aplicar a los enfermos los pañuelos o mandiles que había usado y se alejaban de ellos las enfermedades y salían los espíritus malos.” (Hechos 19.11–12).

“El arca de la alianza —completamente cubierta de oro— y en ella, la urna de oro con el maná, la vara florecida de Aarón.” (Hebreos 9.3–4)

Las reliquias en la iglesia primitiva.

Los eruditos católicos y no católicos concuerdan que la veneración de las reliquias sagradas empezó muy temprano. Adolf Von Harnack (1851-1930) teólogo luterano y destacado historiador de la iglesia admitió lo siguiente:

“El culto a las reliquias floreció en su mayor medida ya en el siglo IV y ningún doctor de la Iglesia de renombre lo prohibió. Todos ellos más bien lo respaldaron incluso los Capadocios. Los numerosos milagros realizados por huesos y reliquias parecían confirmar su veneración. La Iglesia, por lo tanto, no iba a abandonar la práctica, a pesar de que algunos pocos paganos y además los maniqueos la atacaron violentamente.” 5History of Dogma, Vol IV, p. 313

Lo que dice aquí Adolf Von Harnack es muy interesante: la veneración de las reliquias es confirmada por Dios mismo al obrar portentosos milagros por medio de sus restos.

Testimonio de los Padres de la Iglesia.

Son numerosos los testimonios a favor del uso de la veneración de las reliquias que encontramos en los Padres de la Iglesia. Uno de los testimonios más tempranos es el martirio de Policarpo.

El centurión, pues, viendo la oposición levantada por parte de los judíos, le puso en medio y lo quemó según su costumbre. Y así nosotros, después, recogimos sus huesos, que son mucho más valiosos que piedras preciosas y que oro refinado, y los pusimos en un lugar apropiado; donde el Señor nos permitirá congregarnos, según podamos, en gozo y alegría, y celebrar el aniversario de su martirio para la conmemoración de todos los que ya han luchado en la contienda y para la enseñanza y preparación de los que han de hacerlo más adelante. 6Martirio de Policarpo, 18

San Agustín.

Destacan el testimonio de San Agustín, quien registra una lista de varios milagros ocurridos por medio de las reliquias de San Esteban en su libro la Ciudad de Dios.

Primera caso.

Cerca de los baños de Tibili, llevando el obispo Proyecto las reliquias del glorioso mártir San Esteban, acudió a adorarlas un concurso muy numeroso de gente. Allí una mujer ciega pidió que la llevasen delante del obispo que traía las santas reliquias, le dio unas flores que llevaba, las acerco a los ojos, y al punto pudo ver, sin tener ya necesidad de quien la guiase por el camino. 7Agustín de Hipona. La ciudad de Dios. Trad. D. José Cayetano Díaz de Beyral. IV. Madrid: Librería de La Viuda de Hernando Y C.a, 1893. Print. Biblioteca Clásica.

Segundo.

Llevando la reliquia del mismo santo mártir, que está en la villa Synicense, comarcana a la colonia Hiponense, Lucilo, obispo del mismo pueblo, precediendo y siguiendo todos los habitantes, de repente se halló sano, llevando consigo aquel santo tesoro de una fístula que desde hacía mucho tiempo le molestaba, y aguardaba a que se la abriese un médico muy amigo suyo. Después, jamás la halló en su cuerpo. 8Ibidem

Tercero.

Eucario, sacerdote, natural de España, viviendo en Calama, padecía mucho tiempo había dolor de piedra; se libró de ella por la reliquia del insinuado santo mártir, que condujo allí el obispo Posidio. Este mismo después, adoleciendo de otra enfermedad, estaba rendido y muerto, de manera que le ataban ya los dedos pulgares; pero con los auxilios del dicho santo mártir, habiendo traído de su capilla la túnica del mismo sacerdote y poniéndola sobre el cuerpo como estaba echado, resucitó. 9Ibidem

Cuarto.

Concedió allí mismo el santo mártir la salud a dos enfermos que padecían la gota, uno vecino de aquel pueblo y otro extranjero; aunque es cierto que el primero sanó del todo, y el segundo supo por revelación lo que debía aplicarse cuando le doliese la pierna, y en efecto, usando de esta medicina, luego cesaba el dolor.10Ibidem

Quinto.

En una aldea llamada Auduro hay una iglesia, y en ella una reliquia del mártir San Esteban. Unos bueyes desmandados con su carreta atropellaron con las ruedas a un muchacho pequeño que estaba jugando en las eras, y al momento, palpitando todo su cuerpo, expiró; pero cogiéndole su madre en los brazos, le presentó a San Esteban, y no solo resucitó, sino que se halló libre sin lesión alguna de la desgracia pasada.11Ibidem

Sexto.

Una beata que vivía allí cerca en una granja denominada Caspaliana, cayó enferma, y desesperanzada de poder sanar, trajeron su túnica a tocarla con la santa reliquia, y antes que volviesen con ella murió la enferma. Sin embargo, sus padres cubrieron el cuerpo difunto con la túnica, y recobrando el espíritu, se libertó de la muerte, resucitando sana y buena.

Septimo.

En Hipona, cierto hombre llamado Baso, natural de Syria, se puso en oración delante de la reliquia del mismo santo mártir, rogando por una hija que tenía enferma y en inminente riesgo, conduciendo a la capilla el vestido de la doliente, y ved aquí que llegan corriendo los criados de su casa con la fatal nueva de que era difunta su hija; pero como estuviese aún Baso en oración, sus amigos que le acompañaban los detuvieron y ordenaron que no diesen tan triste noticia al padre, para evitar que fuese llorando amargamente por las calles al volver a su casa, que estaba ya llena de los llantos de los suyos; arrojando sobre la hija su vestido que traía consigo, resucitó y recobró nueva vida.12Ibidem

Octavo.

En el mismo pueblo, entre nosotros, murió de enfermedad el hijo de un cobrador de rentas, llamado Ireneo, y estando tendido el cuerpo difunto, y disponiéndole ya con gemidos y lágrimas las exequias, uno de sus amigos, entre los consuelos que otros le daban, le advirtió que untase el cuerpo con el aceite de la lámpara del mismo santo mártir; lo hizo y así y revivió el hijo.13Ibidem

Noveno.

Asimismo, aquí entre nosotros, Eleusino, tribuno, puso á un niño hijo suyo, que se le había muerto de enfermedad, sobre la reliquia del santo mártir, que está en una aldea suya propia, y después de haber hecho oración con mucho fervor y copiosas lágrimas, allí mismo le recibió vivo.14Ibidem

Fueron tanto los prodigios que observo San Agustin que dijo: “Si quisiera escribir solamente los milagros de las curaciones prodigiosas que ha obrado este santo mártir, el glorioso San Esteban, en la colonia Calamense y en la nuestra, fuera indispensable formar muchos libros, y, sin embargo, no sería posible recopilarlos todos”. 15Ibidem

En su libro Las Confesiones, narra el siguiente hecho.

“En este mismo tiempo fue cuando en una visión manifestasteis a vuestro santo Obispo el lugar donde estaban enterrados los cuerpos de los santos mártires Protasio y Gervasio. Porque habiéndolos descubierto y desenterrado, al tiempo de trasladarlos a la basílica ambrosiana con el honor y pompa que correspondía, no solo quedaban sanos y salvos los energúmenos a quienes mortificaban antes los espíritus inmundos, confesando vuestro poder los mismos demonios; sino que también un ciudadano, que había muchos años que estaba ciego, y era muy conocido en toda la ciudad, preguntando el motivo que tenía el pueblo para aquellas grandes demostraciones que hacia de júbilo y regocijo, e informado bien de todo, saltó de contento, y rogó al que le iba guiando que le llevase al paraje por donde pasaba la procesión, Llevado allá, suplicó que le permitiesen tocar un pañuelo al féretro donde iban los cuerpos de aquellos Santos, cuya muerte había sido preciosa en vuestros ojos. Tocó al féretro el pañuelo, se le aplicó el ciego á los ojos, o inmediatamente recobró la vista.” 16Confesiones de S Agustín. Tomo II. Trad. Eugenio Zeballos. vol. 2. Barcelona: Pablo Riera, 1849. Print. Libreria Religiosa.

Las reliquias no es algo mágico.

Como en todo, siempre habrá abusos e ignorancia. El uso de las reliquias sagrada no es la excepción, y por lo mismo se han dado abusos en el pasado. La Iglesia nos recuerda que a las las reliquias de los santos no podemos tenerlas como algo mágico, se deben mirar con devoción, no con superstición.

Supongamos que alguien tiene una reliquia de Santa Teresa de Calcuta, digamos un pedacito de tela de alguno de sus hábitos, si alguien la carga en su cartera pero no sigue los mandamientos de Dios, de nada le sirve.

Las reliquias las veneramos no las adoramos.

Venerar es muy distinto a adorar. Los católicos mejor formados en la fe, sabemos que una reliquia o en una imagen de la Virgen María no se le puede tributar el mismo culto que se le tributa a Dios.

Esto lo ha enseñado siempre la Iglesia.

Nosotros adoramos a Cristo porque es el Hijo de Dios; en cuanto a los mártires, los amamos como discípulos e imitadores del Señor, y es justo, a causa de su devoción incomparable hacia su rey y maestro; que podamos nosotros, también, ser sus compañeros y sus condiscípulos 17Martirio de san Policarpo 17.

San Jerónimo en el siglo cuarto escribía:

“No adoramos a la criatura en lugar del Creador, sino que veneramos las reliquias de los mártires para poder adorar mejor a Aquel cuyos mártires son.” 18San Jerónimo, Ad Riparium, Carta 109, 1

Siglos más tarde el concilio de Trento:

“Destiérrese absolutamente toda superstición en la invocación de los santos, en la veneración de las reliquias, y en el sagrado uso de las imágenes”. 19 López de Ayala, Ignacio, trad. El sacrosanto y ecuménico concilio de Trento. Séptima Edicion. Barcelona: Sierra y Martí, 1828. Print.

Conclusión.

Venerar las reliquias de los santos es bíblico e histórico. Dios mismo ha aprobado su veneración y lo continua haciendo cuando obra algún milagro por alguna de sus reliquias. Desde luego no se debe adorar una reliquia porque eso seria idolatría, se deben venerar con respeto y devoción como lo manda la Iglesia.

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