Sacerdote Obliga Al Demonio a Hablar Del Rosario

el rosario y su poder en un exorcismo

7 de octubre en Milán, Italia.

Durante un exorcismo el padre Ambrogio Villa, sacerdote exorcista de la diócesis de Milán, obligó al demonio a revelar el poder del rosario sobre los demonios, y las gracias espirituales que se reciben si se reza con devoción, solo o de preferencia en familia.

“Queridos amigos: Durante una oración de exorcismo. Hoy, la fiesta del Santo Rosario, con el permiso de Nuestra Señora, le ordené a Belcebú, que poseía a una joven, a que hablara del Rosario.”

En casi todas las apariciones marianas recientes, la Virgen María nos ha recordado la importancia del rezo del santo Rosario. Los últimos pontificados han enfatizado la importancia de rezar diariamente el Rosario. Como en el caso de Juan Pablo II en la carta apostólica Rosarium Virginis Mariae.

Dialogo del demonio sobre el rosario.

Padre Ambrogio. —Oh Virgen, hoy es tu fiesta, la del Santo Rosario. A mí me gustaría que este “Belcebú” nos hiciera una catequesis sobre el santo rosario. Entonces te pido, Virgen, ya hemos escuchado algunas catequesis, pero hoy es una fiesta especial. Te pido que por algunos minutos, o por muchos minutos, él sea obligado por ti a hablar del Santo Rosario. Por lo tanto, con el permiso de María y por orden del Cielo, yo te ordeno a hablarnos del santo rosario y de su potencia contra ti. En el nombre de Dios, te ordeno de hablar. Habla bien, en un italiano claro y dinos muchas cosas y cosas bonitas. Habla. En italiano correcto.

Belcebú. —Esa corona (Rosario) me destruye.

Padre Ambrogio. —Habla mejor, en un italiano claro. Eres capaz. Adelante.

Belcebú. —Cada Ave María me revienta el cerebro.

Padre Ambrogio. —Habla, sin que te lo tenga que decir. La Virgen quiere que tú nos digas la potencia del santo rosario contra ti.

Belcebú. —Es una oración sencilla que no hacen todos. Pero aquel que la hace se une a la vida de Cristo y de María. Y a mí me revienta el cerebro el oír esa cantinela. No lo soporto.

También me fastidia quien lo tiene agarrado con la mano, aunque no lo esté rezando. No lo soporto. Pero ella ama esta oración.

El rosario en familia

Padre Ambrogio. —¡Sigue¡

Belcebú. —Y aquel que lo reza en familia tiene una protección especial de ella. Yo no puedo entrar en aquella casa. No se me ha dado el permiso. Porque la potencia del Santo Rosario en familia me aplasta.

Padre Ambrogio. —¡Adelante!

Belcebú. —Y en aquellas familias, si hay solo una persona que lo reza puede salvar a los demás de la familia.

Padre Ambrogio. —Oh María, te doy gracias que obligas a este demonio ‘Belcebú’ a hacer esta publicidad, esta catequesis sobre el rosario. Oh María preciosísima, yo, con tu permiso, me gustaría compartirla con mucha gente. Oblígale a hablar. Sigue.

Belcebú. —Los misterios preferidos de ella son aquellos de la Pasión de Cristo. Porque allí está toda la salvación de la humanidad.

Padre Ambrogio. —¿Y los gloriosos no?

Belcebú. —También

Padre Ambrogio. —¡Adelante!

Belcebú. —Pero a quien recita el rosario, yo vengo a molestarlo.

Padre Ambrogio. —¿Cómo?

Belcebú. —Con pensamientos. Distracciones.

Padre Ambrogio. —Pero la Virgen lo agradece igualmente.

Belcebú. —Sí.

Padre Ambrogio. —Entonces nos has animado, ¿eh, amigos? (Risas) La Virgen acoge todo.

Belcebú. —Sí, acoge todo.

Padre Ambrogio. —¡Adelante!

Belcebú. —Se tendría que rezar con los niños. Enseñarles esta oración antes de que yo llegue a molestar, porque después yo les robo la pureza, o sea que las madres tendrían que rezarlo por estos hijos porque yo quiero destruir la familia y los jóvenes.

Padre Ambrogio. —Oh Virgen, te damos gracias porque nos has regalado el rosario que continúas a recomendar todas las veces que apareces. Pero te damos gracias también por estas palabras de ‘Belcebú’ que en este exorcismo que yo, tu sacerdote, estoy llevando a cabo con la ayuda y la participación de seis colaboradores que rezan y están a mi lado. Gracias, oh María, si tú quieres todavía obligar a ‘Belcebú’ a decirnos algo, te pido, oblígale a que continúe.

Belcebú. —A quien reza el rosario, ella da muchas gracias. Pero que muchas, muchas. Y yo no lo soporto. También las novenas me revientan el cerebro. No las soporto. Sobre todo, la Virgen Desata nudos.

Padre Ambrogio. —A nosotros nos gusta mucho las letanías. Antes notaba que tú las sufrías. ¿Qué nos dices de las letanías?

Belcebú. —Me aplastan. ¡Me fastidian!

Padre Ambrogio. —¿Por qué?

Belcebú. —Porque es un continuo alabar, alabar, alabar.

Padre Ambrogio. —Pero ella se lo merece.

Belcebú. —¡Por vosotros!

Padre Ambrogio. —¿Pero de verdad es tu Reina, aunque si tú no la reconoces? ¿O no?

Belcebú. —¡Ya!

Padre Ambrogio. —Y después de las letanías, ¿Qué más nos dices? Porque no todos lo dicen cuando terminan el rosario.

Belcebú. —Lo se, lo se. Quien no las rezan, se equivocan.

Padre Ambrogio. —Bueno, ¡si lo ha dicho el diablo…! (Risas). Oh cuántas cosas bonitas, Virgen, que tú nos regalas de forma imprevista. También a través de este diablo que se llama –al menos ha dicho el nombre- es Belcebú. Te alabamos, oh María. ¿Ella te dice de decirnos todavía algo o has terminado? ¡Contesta!

Belcebú. —He terminado.

Padre Ambrogio. —Entonces nosotros rezamos, oh María. (Rezan La Salve). Oh María en este día del Santo Rosario, hoy, 7 de octubre de 2019, nosotros te damos gracias Yo soy tu sacerdote, exorcista milanés. Te doy gracias por este regalo que nos has hecho para tu gloria. Así sea. Amén.

Fuente: https://bit.ly/3g3gN16

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