21 Prácticas de Apologética Católica Que Deberías Saber.

Prácticas de Apologética Católica

La santidad.

La apologética católica debe estar basada principalmente en una vida de santidad.

La gracia de Dios sería algo así como la electricidad en una linterna de mano, si se deja que la batería se descargue la luz de Dios no puede brillar a través de ti, necesitas recargar la batería con la gracia de Dios.

El arrepentimiento, la Confesión sacramental junto con la oración continua y confiada limpia tus baterías, así la Luz de Cristo podrá brillar a través de ti.

Estudio diario.

Es importante mantenerse informado y actualizado sobre las enseñanzas de la Iglesia Católica, y sobre los temas que puedan surgir en debates o discusiones con desconocidos, amigos y familiares.

Sin embargo, la mayoría de las personas no tienen tiempo o más bien, no administran bien su tiempo para dedicarse a formarse en la defensa de la fe todos los días.

Además, es importante recordar que el estudio debe ir acompañado de la oración y la coherencia de la fe.

apologetica catolica

La misma Palabra de Dios nos manda a estar preparados para defender la fe (Cf. 1 Pedro 3:15).

Dos libros que debemos de leer siempre son la Biblia y el Catecismo.

Asegúrate de subrayar y memorizar los pasajes de la Biblia que te pudieran ser despues de utilidad. Ten siempre a la mano un cuaderno de notas.

Procura hacerte de buenos libros de apologética y dedicar un tiempo todos los días a la lectura.

Existen algunos sitios de apologetica catolica en internet en los cuales podemos encontrar material variable en formatos: audios y sermones en mp3, pdf, video etc.

Este tiempo de archivos pueden ser descargados y almacenados en nuestros reproductores de audio, cuales podemos escuchar en nuestro tiempo libre, en el coche, o cuando salimos a correr.

Identifica al verdadero enemigo.

Los cristianos católicos tenemos muchos oponentes: ateos, agnósticos, anticatólicos, musulmanes, etc. Pero ellos no son nuestros enemigos.

Escribe San Pablo: “Nuestra lucha no es contra carne ni sangre, sino contra los espíritus del mal que están en el aire.” (Efesios 6:12).

Un buen apologista trata de hacer apologética en base al principio de la no agresión.

No mires a los que no piensan como tu como tus enemigos, cada uno tiene derecho a creer lo que quiera incluso si es un error.

Nuestra tarea como apologistas es presentar argumentos persuasivos para demostrar la veracidad de la doctrina católica, y dejar que el Espíritu Santo se encargue de convencer a cada persona.

El demonio siempre buscará poner al hombre en contra del hombre. El diablo quiere ver la amistad destruida, quiere transformar a los amigos en enemigos, quiere ver a los cristianos en guerra. La estrategia del diablo es: “divide y conquistaras”.

El maestro Jesús nos da el siguiente consejo: “Miren, yo los envío como ovejas en medio de lobos: sean astutos como serpientes y sencillos como palomas”. (Mat 10:16).

“Es esencial desarrollar en vuestras Iglesias particulares una nueva apologética para vuestro pueblo, a fin de que comprenda lo que enseña la Iglesia y así pueda dar razón de su esperanza (cf. 1 P 3.15). Sin esa comprensión faltará la energía espiritual necesaria para la vida cristiana y para la obra de evangelización.”

Juan Pablo II. Discursos 2002. 129

La regla de oro de la apologética.

“Por tanto, todo cuanto quieran que les hagan los hombres, háganlo también ustedes a ellos; porque esta es la Ley y los Profetas.” (Mateo 7:12)

Si aplicamos este pasaje a la apologética, significa que debemos tratar a los demás en de la misma forma que queremos ser tratados nosotros.

Tratar sus creencias, sus puntos de vista y argumentos con respeto, paciencia y seriedad. Ojo, eso no significa que hay que tolerar los errores y desvíos de toda índole.

Se trata de hacer apologética en base al principio de la no-agresión, no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti. No te burles, no critiques sin justa razón, no etiquetes a las personas que no creen como tu.

Lo importante no es convencer.

El fin en la apologética es explicar no convencer. Hoy día en las redes sociales se practica lo contrario, queremos convencer a las personas a que acepten la doctrina a la fuerza (1 Tes 5:11).

Nuestra mentalidad al compartir nuestra fe, o defender nuestra fe, es el de sembrar semillas. Los apologistas deben presentar la verdad de Cristo con amor y gentileza como cuando uno planta una semilla esperando mañana logre dar buen fruto.

Tampoco debemos caer en el error de querer tener la última palabra en una discusión, muchos menos querer ganar una discusión alzando la voz o se dice en México: “A gritos y sombrerazos”.

Conforme uno va aprendiendo empieza también a reforzar el orgullo y la soberbia intelectual. “La ciencia hincha, el amor en cambio edifica.” (1 Corintios 8:1). No caigamos pues en el error de querer ser admirado por todos, de querer ser tenidos por sabios.

Debemos ejercitar la virtud de la humildad y la paciencia. A las personas no nos gusta que nos digan que estamos en el error. Nuestra tarea con la apologetica catolica es presentar la verdad con claridad, para que la fuerza de la verdad atraiga a las personas hacia sí misma.

La importancia de la oración.

El apologista católico no debe olvidar la necesidad y el poder de la oración. Nuestra actitud hacia Dios debe ser como aquel ciego que dijo: “Señor, que vea” (Lucas 18.35-43).

En la oración pedimos el don de la sabiduría, consejo y entendimiento (Santiago 1:5). Y para que Dios abra la mente de los demás y prepare sus corazones para recibir el mensaje que queremos comunicar. (Hechos 16:14)

También debemos orar antes de ir a compartir la fe o a evangelizar como lo hacía Jesús, sino en el mismo momento en que estamos compartiendo la fe con alguna persona podemos estar pidiendo por ella.

Si son dos los que deciden ir a evangelizar, uno puede estar orando por la otra persona mientras el compañero está hablando. “Orad sin cesar” (1 Tes 5:17).

La apologética no se trata solo de defensa.

Supongamos que alguien dice: “El Papa es el hombre más rico del Mundo, vive rodeado de lujo en un palacio que se llama el Vaticano”. En vez de ponerte a comprobar que todo eso es mentira, pide a la otra persona que te muestre información clara.

Puedes decir: ¿De dónde obtuviste esa información? Puede que te muestre algún sitio anticatólico en internet, pero aún puedes preguntar si como sabe esta persona que lo que dice es real.

De nuevo, no debes atacar a la persona, solo exige que apoye lo que dice con buena información, tomada de fuentes fiables. “Examínenlo todo y quédense con lo bueno.” (1 Tes 5:21).

Conócete a ti mismo.

Se cuenta la historia de que había un anciano que sufría de un grave problema de miopía, pero se consideraba un experto en evaluación de arte.

Un día visitó un museo con algunos amigos. Se le habían olvidado los lentes en su casa así que no podía ver los cuadros con claridad.

Ah, pero eso no lo detuvo para defender sus controvertidas opiniones. En cuanto entro a la sala empezó a criticar las diferentes pinturas.

Se paró frente a un cuadro que él pensaba era una pintura de cuerpo entero, y con aire de superioridad dijo:

—El marco es completamente inadecuado para el cuadro, el hombre en la pintura está vestido de una forma muy ordinaria y andrajosa. En realidad, el artista cometió un grave error al seleccionar un sujeto tan vulgar y sucio para su retrato.

El anciano siguió su crítica ante la mirada estupefacta y sorprendida de la gente, hasta que su esposa logró llegar hasta el anciano y lo apartó discretamente de la multitud para decirle: “Querido, estás mirando un espejo”.

Esta moraleja es muy importante para la apologética católica, porque nos enseña a examinarnos a nosotros mismos, para conocer nuestros defectos, antes de querer corregir a los demás. “El buen juez por su casa empieza” dice un refrán popular.

Tenemos que ser coherentes con lo que predicamos con la vida que llevamos. Si yo le hablo a alguien de Cristo pero no sigo los mandamientos de Cristo ¿Quién podrá creer mi mensaje?

Si yo me fijo en criticar la vida de los demás, sin primero enmendar la mía, eso sería hipocresía. Decía San Agustín. “Somos a veces muy cuidadosos para saber la vida ajena y desidiosos para enmendar la propia”. 1 San Agustín. (1849). Confesiones de S Agustín. Tomo II. (E. Zeballos, Trad.) (Vol. 2, p. 223). Barcelona: Pablo Riera.

 

apologética

 

La importancia del buen testimonio.

Una persona coherente actúa de acuerdo con sus ideas, con sus actos y su principio. Una persona se siente más confiada de compartir “sus secretos” con aquellos que llevan una vida que refleja honestidad y humildad y transparencia.

“El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio”. 2 Pablo VI, Discurso a los miembros del Consilium de Laicis (2 octubre 1974): AAS 66 (1974), p. 568.

La Biblia con los protestantes la lógica con los ateos.

Los hermanos separados poco les interesa lo que dice el catecismo y a los ateos poco les interesa lo que dice Dios sobre la conversión y entrar con El en una alianza.

Por eso en el diálogo apologético con los hermanos separados debemos de citar de la Biblia, porque eso es su autoridad. Por otro lado, si se trata de un ateo, usamos razonamientos lógicos para mostrar que la fe cristiana no es contraria a la razón.

Por eso es recomendable aprender algunos textos bíblicos de memoria. Elige una buena traducción de la Biblia católica: Una Biblia con lengüetas nos permitirá encontrar más pronto los textos bíblicos. Subraya textos importantes y hacer apuntes.

Con aquellos que no saben de Biblia o teología, no trates de hablar cosas muy profundas, mantente en lo básico, no te metas a hablar de cosas complicadas que la gente común no está preparada para comprender.

La Práctica hace al maestro.

Desafortunadamente, muchas personas que llevan la etiqueta de “apologista católico” no tienen mucha experiencia en la práctica en compartir su fe con las personas cara a cara. Algunos ni siquiera tienen una experiencia mínima en el diálogo con personas de otras cosmovisiones.

Como resultado, no han probado sobre el terreno su capacidad para defender la fe en situaciones de la vida real. No hay sustituto para hablar cara a cara con los demás.

Dejar espacio para la accion del Espiritu Santo.

Como comunicadores cristianos debemos aprender a identificar el progreso espiritual de cada persona. Cuando notemos que alguien está progresando hacia la fe, debemos comunicar más verdad, cuando veamos que alguien esta permanece estancado y no avanza, se debe retroceder en tratar de comunicar más verdades de fe.

Pero no debemos de retroceder en la relación con dicha persona, debemos estar dispuestos a seguir “removiendo la tierra” por decirlo así orando por esa persona, y buscando otras avenidas para dicha persona adopte una postura más abierta a la verdad y a la fe.

Por tanto no se debe caer en la mentalidad de que nuestra tarea como apologistas católicos es entregar de un “sopetón” toda la verdad. Alguien me decía alguna vez que hay que empezar con darle gerber a las personas. O sea leche no comida sólida.

“Les di a beber leche y no alimento sólido, pues todavía no lo podían soportar. Ni aun lo soportan al presente” (1 Corintios 3:2, BJL)

Peter Kreeft lo dice muy bien: “La mayoría de los apologetas intenta alimentar con espinacas a un bebé necio que cierra la boca obstinadamente. (¿Alguna vez lo haz intentado?). Lo que tienes que hacer es dejar que al bebé le de hambre.” 3 Kreeft, Peter. Christianity for Modern Pagans: Pascal’s Pensées (p. 31). Ignatius Press. Edición de Kindle.

Esto es importante porque generalmente nos convencen más fácilmente las razones o verdades que hemos encontrado por esfuerzo propio o por nosotros mismos. Por tanto, debemos dejar espacio a la acción del Espíritu Santo y que las personas descubran la verdad por sí mismos.

Tener presente que la obra es de Dios nos quita un gran peso de encima. Nosotros los apologistas cristianos solamente señalamos el camino, Dios en su infinita sabiduría determina el tiempo para cada persona. Nosotros señalamos el camino a Jesús y a su verdad.

No des tus perlas a los cerdo.

Sin embargo es tiempo perdido para quien no quiere escuchar nuestras razones, y infructuoso el diálogo con quien es renuente en defender un absurdo. “Para quien quiere creer tengo mil pruebas, para quien no, no tengo ninguna” decía San Agustín.

“A oídos de necio no hables, porque se burlará de la prudencia de tus dichos.” Prov 23:9

“No respondas al necio según su necedad, no sea que tú también te vuelvas como él.” Prov 26:4

Conclusión.

Al final del día no son nuestros elocuentes y bien elaborados argumentos los que convierten a las personas a Cristo, es la obra del Espíritu Santo, Quien guía a todos los corazones a la verdad del Evangelio. “Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día.” (Juan 6:44)

“Que Dios me conceda hablar con conocimiento y tener pensamientos dignos de sus dones, porque él es quien guía a la sabiduría y quien dirige a los sabios.” (Sabiduría 7:15)

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