El Espíritu Santo es una Persona (Padres de la Iglesia)

Los testigos de Jehová y los musulmanes niegan que el Espíritu Santo es una persona. Dicen que el Espíritu Santo es una una fuerza impersonal.

En esta ocasión mostraré como los primeros cristianos creían que el Espíritu Santo es Dios y no una fuerza impersonal.

Objeción. Ni los judíos, ni los primeros cristianos tenían pensamiento del Espíritu Santo como parte de una trinidad la enseñanza llegó siglos más tarde. Según la Enciclopedia Británica, “la doctrina de que el Espíritu Santo era una Persona distinta y de naturaleza divina […] se definió en el Concilio de Constantinopla en el año 381 después de Cristo”.

Respuesta. Definir no es lo mismo que inventar. La misma palabra “definir” implica aclarar o resolver algo ya existente.

Del lat. definīre.

  1. tr. Fijar con claridad, exactitud y precisión el significado de una palabra o la naturaleza de una persona o cosa. U. t. c. prnl.
  2. tr. Decidir, determinar, resolver algo dudoso. U. t. c. prnl. (RAE)

Para poner una ilustración, el desarrollo gradual de nuestro telescopio y la mejora de nuestros métodos astronómicos ha aumentado enormemente nuestro conocimiento de las estrellas; pero solo porque las estrellas ya existen en un orden cósmico que las hace aptas como objetos de observación.

Similarmente, si la doctrina relacionada con la Trinidad y con la personalidad del Espíritu Santo se definió en el Concilio de Constantinopla en el año 381, es porque los primeros cristianos si creían que el Espíritu Santo es parte de la Trinidad como Persona divina.

Jesús no entregó a la Iglesia todo el paquete o toda la doctrina relacionada con la Trinidad, dejó al Espíritu Santo precisamente como guía en la Iglesia. Jesús fue muy claro cuando dijo: “Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no pueden con ello.” (Juan 16:12)

Al respecto comenta Jimmy Akin:

“Jesús prometió que después de su tiempo enviaría otro Abogado, el Espíritu Santo, que conduciría a los cristianos a “toda la verdad” (Jn 16,13). El registro de la historia de la Iglesia muestra que fue adquiriendo una comprensión más completa y precisa de la Tradición apostólica a medida que avanzaba el tiempo. Esto significa que los hombres de una edad no pueden estar sujetos a los estándares de una edad posterior.

Por ejemplo, no se puede esperar que los Padres que escribieron antes de los concilios ecuménicos de Nicea I (325 d.C.) y Constantinopla I (381 d.C.) expresen su fe en la Trinidad de la misma manera refinada y precisa que los Padres que vivieron después de estos concilios.

La terminología necesaria para hacerlo simplemente aún no se había precisado para su época.” 1 Fragmento de: Akin, Jimmy. “Los padres saben mejor: su guía esencial para las enseñanzas de la iglesia primitiva”. Libros de Apple.

Sin embargo los primeros cristianos si se enseñaron que el Espíritu Santo es parte de la Trinidad como veremos más abajo.

Solo los herejes primitivos como los gnósticos enseñaron que el Espíritu Santo era una especie de fuerza impersonal.

La doctrina del Espíritu Santo En el Credo.

En un debate entre Shabir Ally y el hermano William Albrecht, Shabir propuso que los credos primitivos no reflejan la idea que el Espíritu Santo es una persona, ni que se le adore.

Sin embargo el hermano William Albrecht no solo mostró evidencia escriturística y patrística, sino que mencionó que en la carta del Concilio los padres conciliares dejan asentado su postura a favor de la divinidad y personalidad del Espíritu Santo.

El razonamiento de Shabir Ally se puede resumir en lo siguiente:

Razonamiento. El credo de los apóstoles dice “creemos en el Espíritu Santo” mas no dice que el Espíritu Santo es Dios o que debemos adorarle. El credo de Constantinopla agregó tiempos después que el Espíritu es adorado junto con el Padre y el Hijo. No fue hasta El Credo de Atanasio (circa. 434-440) que se definió la divinidad del Espíritu.

Respuesta. Los Credos no se desarrollaron solo por la evolución teológica, sino por clarificaciones a la fe, cuando esta había sido puesta en tela de juicio por los herejes.

Para poner otra ilustración, Un adulto sabe más del mundo que un niño; pero para ambos por igual el mundo existe frente a ellos, como condición para ser conocido.

De la misma manera la fe o la teología respecto al Espíritu Santo en los primeros siglos del cristianismo la Iglesia era una Iglesia niña. ¿Cuántas veces el Señor dijo a sus discípulos?: “¿También ustedes están confundidos?” (Mateo 15:16). Por eso la doctrina cristiana fue madurando al correr de los años como ya mencionamos más arriba.

Sin embargo, el concepto o la doctrina ya estaba ahí presente en la primera comunidad cristiana. Solo que las persecuciones primitivas retardaron su desarrollo.

Pero no es difícil encontrar la personalidad y divinidad del Espíritu en la reflexión teológica de algunos Padres de la Iglesia, antes del Concilio de Nicea como veremos a continuación.

el espíritu santo es una persona

Adoración Al Espíritu Santo

San Justino. (c. 100 – c. 165)

Adoramos con él a su Hijo, que nos ha enseñado todas estas verdades, y al Espíritu profético; honramos a los Ángeles buenos, sometidos a Dios y hechos a imagen suya; y nos complacemos en comunicar nuestra doctrina á quantos desearen instruirse en ella.” (Primera apología de San Justino, Cap.6)

Adoramos en tercer lugar al Espíritu que ha iluminado a los Profetas. Pero ¿nó es al menos un extremo de locura, exclamarán acaso, adorar a un Hombre, muerto sobre una Cruz, juntamente con el Dios eterno, inmutable y autor de todo? (Ibidem Cap.13)

El Espíritu Santo Es Dios

Clemente Romano.

“Atended nuestro consejo, y no tendréis ocasión de arrepentiros de haberlo hecho. Porque tal como Dios vive, y vive el Señor Jesucristo, y el Espíritu Santo, que son la fe y la esperanza de los elegidos, con toda seguridad el que, con humildad de ánimo y mansedumbre haya ejecutado, sin arrepentirse de ello, las ordenanzas y mandamientos que Dios ha dado, será puesto en la lista y tendrá su nombre en el número de los que son salvos por medio de Jesucristo, a través del cual es la gloria para Él para siempre jamás. Amén. (Ibidem Cap. 58).

San Agustín.

“El apóstol dice que el Consolador, —título dado a la tercera persona de la Trinidad— es Dios. En su epístola a los Corintios dice: “Dios, que consuela a los abatidos, nos consuela a nosotros.” El Espíritu Santo que consuela a los abatidos es, por tanto Dios… O si ellos Tomas estas palabras del apóstol como aplicándose al Padre o al Hijo, que ya no separen más al Espíritu Santo del Padre y del Hijo o hagan que el Espíritu Santo parezca menos que el Hijo, cuando es su [oficio] peculiar ofrecer consuelo.” (San Agustín, discurso contra los arrianos, 19

San Justino.

“La verdad es que nuestro Dios Jesús, el Ungido, fue llevado por María en su seno conforme a la dispensación de Dios; del linaje, cierto, de David; por obra empero del Espíritu Santo. El cual nació y fue bautizado, a fin de purificar el agua con su pasión.” (Carta a los Efésios, Cap. 18)

El Espíritu Santo Tiene Intelecto.

Clemente Romano.

“El Espíritu del Señor es una lámpara que escudriña las entrañas. Veamos cuán cerca está, y que ninguno de nuestros pensamientos o planes que hacemos se le escapa. Por tanto, es bueno que no nos apartemos de su voluntad.Es mejor que ofendamos a hombres necios e insensatos que se exaltan y enorgullecen en la arrogancia de sus palabras que [ofender] a Dios.” (Clemente Romano, Carta a los Corintios, Cap. 21).

Misma Naturaleza.

Tertuliano.

“Así que la estrecha conexión del Padre en el Hijo, y del Hijo en el Paráclito, produce tres Personas coherentes, que aún son distintas la una de las otras. Estas tres son una esencia, no una sola persona, como fue dicho, –”Yo y el Padre uno somos “– [Jn. 10:30], en relación con la sustancia no con la singularidad de número.” (Tertuliano Contra Praxeas Cap. XXV)

San Gregorio Taumaturgo (c. 256 d.C.)

“Por tanto, reconocemos un Dios verdadero, la única causa primera, y un Hijo, Dios mismo de Dios mismo, que posee por naturaleza la divinidad del Padre, es decir, que es el mismo en sustancia con el Padre; y un solo Espíritu Santo, que por naturaleza y en verdad santifica a todos, y hace divino, como siendo también de la sustancia de Dios. Aquellos que hablan del Hijo o del Espíritu Santo como una criatura, los anatematizamos” (Confesión de Fe Seccional, Cap. 15).

El Otro Paráclito.

Tertuliano.

“Luego, también está el Paráclito o Consolador, por el cual Él promete orar al Padre, y enviarlo desde el cielo después que haya ascendido al Padre. De hecho, Él es llamado “el otro Consolador” [Jn. 14:16], pero ya hemos demostrado de qué manera Él es otro: –“Él deberá tomar de lo mío”– [Jn. 16:14], dice Cristo, al igual que el mismo Cristo tomó del Padre. Así que la estrecha conexión del Padre en el Hijo, y del Hijo en el Paráclito, produce tres Personas coherentes, que aún son distintas la una de las otras.” (Tertuliano Contra Praxeas Cap. XXV)

San Juan Crisóstomo.

“Debido a que sus discípulos aún no sabían quién era, era probable que extrañaran mucho su compañía, su enseñanza, su presencia física real y se sintieran completamente desconsolados cuando se hubiera ido. Por eso dijo: “Le pediré al Padre, y él te dará otro Consejero”, es decir, otro como él…” (San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio de Juan, 75.1.)

Dídimo el Ciego.

“Pero el Espíritu Santo fue otro Consolador que no se diferenciaba en naturaleza sino en funcionamiento. Porque mientras que nuestro Salvador en su oficio de mediador, mensajero y sumo sacerdote, suplicó por nuestros pecados, el Espíritu Santo es un Consolador en otro sentido, es decir, como consolador de nuestras aflicciones. Pero no infiera de las diferentes operaciones del Hijo y del Espíritu una diferencia de naturaleza. Porque en otros lugares encontramos al Espíritu Santo desempeñando el oficio de intercesor ante el Padre, como cuando ―el Espíritu mismo intercede por nosotros”. (Dídimo el Ciego, sobre el Espíritu Santo, 27-21).

San Agustín.

“Pero cuando Jesús dice: “Le pediré al Padre, y él te dará otro Paráclito”, insinúa que él mismo también es Paráclito. Porque Paráclito se llama en latín advocatus [abogado]. Y se dice de Cristo: “abogado ante el Padre: a Jesucristo, el Justo.” (1 Juan 2:1) (San Agustín, sobre el Evangelio de Juan, 74.4).

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