Los evangélicos entre otros mitos que enseñan, dicen que no debemos llamar padre a nadie o que no se puede llamar Padre a los sacerdotes porque Cristo dijo: “No llamen a nadie Padre’ en la tierra.” (Mateo 23:9)
De acuerdo al contexto, Jesús dice que no se llame a nadie en Padre en la tierra en el sentido de arrogarse una autoridad similar a la que corresponde a Dios.
De ser así, entonces no podríamos llamar padres a nuestro propio padres ni maestros a nuestros maestros aquí en la tierra.
El punto de Jesús era condenar la vanidad y el orgullo de los Escribas y Fariseos quienes gustaban sentirse honrados por la sociedad de su tiempo pues “Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres” (Mateo 23:5)
Se puede llamar Padre a los sacerdotes porque la Biblia no prohíbe tener un padre espiritual.
Sin embargo Jesús no estaba condenado toda forma de paternidad, ni estaba prohibido no llamar a nadie padre. Esto queda constatado por el hecho que en varias partes de la Escritura los Apóstoles mismos se ponen en la condición de ser llamados padres por la Iglesia primitiva.
Pablo es el padre espiritual de Timoteo (1 Tim 1:2; Fili 2:22; 1 Cor 4:17). De Tito (Tito 1:4). De los de Corinto (1 Cor 4:14–15). De los Efesios (Efe 6:1)
“No les escribo esto para avergonzarlos, sino más bien para amonestarlos como a hijos míos queridos. Pues, aunque hayan tenido diez mil pedagogos en Cristo, no tienen muchos padres. He sido yo quien, por el Evangelio, los engendré en Cristo Jesús.”
Comentario. La palabra para pedagogo (paidagögous) en griego se empleaba del guía o asistente del niño que lo llevaba a la escuela.
San Pablo llama “padres” “guías” a las personas que han guiado a los Corintios en la fe. Pablo se considera “mejor padre” en la fe que todos los demás (quien quiera que haya sido) .
Pablo es el padre espiritual de ellos en Cristo. Si fuera cierto que no hay que llamar padre a nadie en un sentido radical, entonces Pablo está en problemas al permitir que se le reconozca en la Iglesia como padre espiritual.
“Él [Esteban] respondió: «Hermanos y padres, escuchen. El Dios de la gloria se apareció a nuestro padre Abrahán cuando estaba en Mesopotamia, antes de que se estableció en Jarán” (Hech 7:2)
“Y más aún; también Rebeca concibió de un solo hombre, de nuestro padre Isaac.” (Rom 9:10)
En resumen.
Jesús prohíbe llamar Padre a nadie en la tierra porque nadie puede ostentar una paternidad verdadera como la del Padre; solo el Padre puede ser llamado “Padre” con toda propiedad.
Jesús prohíbe llamar Padre en la tierra a un hombre que se arroga una paternidad que no le corresponde porque es hipócrita y vanidoso.
Jesús no prohíbe que se llame padre en la tierra a otra persona siempre y cuando no quiera ser visto por todos como aquel que tiene toda la autoridad en materia religiosa y esto le lleve a pecar por soberbia.
Jesús mismo quiso que hubiera padres en la religión incluso los Fariseos. “y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Hagan, pues, y observen todo lo que les digan; pero no imiten su conducta, porque dicen y no hacen.” (Mateo 23:2–3)
Conclusión.
Por tanto, llamar padre al sacerdote no está contra de lo que dice (Mateo 23:9) porque los sacerdotes no andan por ahí alardeando el título de “padre” ni queriendo suplantar la paternidad de Dios como los antiguos Fariseos.
La mayoría de sacerdotes no hacen “obras para ser vistos por los hombres; ni quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las iglesias que se les salude en las plazas y que la gente les llame maestro” (Mateo 23:5–7)
Más bien ellos siguen el consejo de Jesús:
“El mayor entre ustedes será su servidor.” (Mateo 23:11)
“Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.” (Mateo 23:12)
Esto porque ellos ya han renunciado al mundo, a la fama, al reconocimiento humano, a ser el centro de atención. Han entregado su vida al servicio del pueblo de Dios, y lo menos que un buen sacerdote desaria es ser tenido como un padre o autoridad como los Fariseos en tiempos de Cristo.
Ellos hacen un voto de obediencia a Cristo y a la Iglesia y con ello el sacerdote confía su vida a la voluntad de Dios, cumpliendo en lo posible lo que le manda la regla de su congregación u orden que por lo general es lo opuesto a la vanidad y orgullo de los Fariseos condenados por Jesús en Mateo 23:9.
Cristo no quiere que llamemos padre a ningún hombre en la tierra como una alternativa a Dios, no quiere que le demos nuestro respeto a alguien al grado que nos aleje de Dios al tenerlo como una especie de dios o última autoridad.
Como hemos dicho, los sacerdotes no quieren ser vistos así como el centro de atención, cuando la gente les llama “padre”.
Ellos saben en qué cuando los fieles les llaman “padres”, es en el sentido que ellos nos engendran en la fe, al enseñarnos, guiarnos y orar por nosotros.