El relativismo es una corriente de pensamiento que postula que todos los puntos de vista son igualmente válidos “respeta mi punto de vista yo respeto el tuyo” “Lo que es cierto para ti, puede no ser cierto para mí”.
Otros razonamientos relativistas que escuchamos hoy son los siguientes:
“¿Quién soy yo para juzgar?” “Si quiere abortar está en su derecho”.
“¿Quién eres tú para juzgar?” Jesús dijo “no juzguéis y no serás juzgado” (Lucas 6:37)
“Cada quien debe expresar su amor como quiera.” “Si dos hombres se aman, se debe respetar.”
“Los sentimientos son los que importan”. “Si algo ya no te gusta, déjalo, cambiado, deséchalo.”
“En el corazón no se manda”. “Si mi corazón me dice hazlo, yo lo escucharé”.
Por lo tanto, según el relativismo todo es relativo a la personas o grupo de personas (cultura), pero nadie tiene la verdad absoluta; cada quien decida creer lo que quiera.
El relativismo cultural.
El relativismo cultural postula que como hay diferentes culturas, y “cada una tiene su verdad” en sus diferentes formas de comportarse, pensar y sentir, por tanto la verdad determina cada cultura.
- Lo que es malo en una sociedad puede que sea bueno en otra sociedad.
- Lo que antes era considerado “bueno o malo” hoy día no.
En consecuencia, las creencias, valores y prácticas de una persona deben entenderse en función de la propia cultura de dicha persona, y no deben juzgarse según los criterios de otra cultura. 1 The Encyclopedia of World Problems and Human Potential. 12 December 2017. Retrieved 27 May 2020.
Escribía el Papa Benedicto XVI en una de sus homilías:
“A quien tiene una fe clara, según el Credo de la Iglesia, a menudo se le aplica la etiqueta de fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, dejarse «llevar a la deriva por cualquier viento de doctrina», parece ser la única actitud adecuada en los tiempos actuales. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos.” 2Benedicto XVI, Discurso a la Curia Romana. Lunes 18 de abril de 2005
El demonio quiere que se instauren las ideologías relativistas en nuestra cultura para que cada uno haga de sus mismo su propio “yo” su centro de atención y preocupación, y se olvide de atender a quien merece ser atendido.
Por eso necesitamos conocer las argucias que el diablo utiliza hoy para arrastrar a todas las almas al Infierno eterno. Necesitamos conocer también las armas para vencer al demonio.
A continuación analizo algunas frases tan populares hoy día. Ese es el mismo engaño que sembró en el corazón de Eva desde los inicios “Es que Dios sabe muy bien que el día en que comieres de él, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal.” (Génesis 3:5, )
Analicemos algunas de estas frases muy populares entre los jóvenes de hoy.
“Solo sigue tu corazón.”
En otras palabras, si nuestra conciencia (o corazón) no lo recrimina, entonces tenemos permiso para hacerlo. Sin embargo nuestro corazón, deseos o sentimientos, no son garantía infalible de que todo lo que hagamos será siempre lo mejor.
La Escritura también nos advierte de no dejarnos llevar por el corazón, porque por el pecado origina, quedo mas herido que la cabeza o la razón.
“El corazón es lo más retorcido; no tiene arreglo: ¿quién lo conoce?” (Jeremías 17.9)
“Porque del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias.” (Mateo 15.19).
Nuestras emociones y sentimientos deben ser gobernados por la razón, “por el pensar claro.” Por tanto una persona que nos dice que solo se debe seguir el corazón, está equivocada.
“Si algo te gusta ¡pues hazlo y ya!”
Si se lleva este idea a sus últimas consecuencias, permitiría que aceptemos como correcto los actos de un degenerado sexual, ergo: “porque está haciendo lo que le gusta”.
Pensemos también por ejemplo en los que son adictos a las drogas, sin duda drogarse es algo que les gusta hacer, pero eso no significa que sea bueno para ellos.
Muchas de nuestras decisiones del pasado estuvieron basadas en gustos, sentimientos y emociones, y ahora son de las cosas que más nos arrepentimos.
¿Por qué? porque nunca nos sentamos a considerar la repercusiones de nuestras decisiones pasadas, y hoy nos quejamos diciendo: “Si lo hubiera pensado mejor, si lo hubiera pensado dos veces”.
Obviamente esto no quiere decir que hay que evitar todo aquello que nos guste.
Aquí es bueno ejercitar virtudes como la prudencia. “Las emociones y los sentimientos pueden ser asumidos por las virtudes, o pervertidos en los vicios.” 3Catecismo de la Iglesia Católica n. 1768
“Si ya no te gusta, ¡cámbialo!”
El Papa Francisco llama a esta mentalidad la cultura del descarte. 4Evangelii gaudium, 53 Si esto o aquello ya no te satisface o es de utilidad, preferencia o gusto pues es muy sencillo: cámbialo o descartado de tu vida “representa un estorbo para tu futuro” (utilitarismo).
Por desgracia el enemigo nos fue acostumbrando poco a poco a no valorar las cosa que tenemos, y por eso hoy se nos dificulta valorar cada persona.
Como consecuencia, empezamos como sociedad a caer en un deterioro progresivo de los valores.
Por eso alguien decía que la formula para crear un hijo criminal, es cumplirle cada antojo y darle todo lo que te pida; no le enseñes a valorar las cosas, el valor del sacrificio “cría cuervos y te sacaran los ojos” dice el refrán.
Si en un tiempo eran objetos, hoy se descartan las personas, sus valores.
- Si tu pareja ya no te gusta o satisface pues cámbialo por algo mejor.
- Si ese bebe que viene en camino representa un estorbo para ti y para tu carrera, pues descártalo.
- Si la creencia en Dios limita tu éxito en la vida, exclúyelo y busca tu libertad en el ateísmo.
- Si quieres convertirte en un lagarto, moldea tu cuerpo así.
- Si quieres casarte con un árbol hazlo ¿quien te lo impedirá?
- Hay que romper con el “status quo” de una sistema religioso decadente.
En resumen, este punto de vista supone que para conseguir la estabilidad emocional o el bien personal obrar un mal queda justificado. O sea, siempre que el bienestar personal este primero, el fin justifica los medios.
“¡Pero si todo el mundo lo hace!”
Esto se llama: apelación a la práctica común. Lo que la mayoría de la gente piense o haga no es una base válida para determinar, excusar, o justificar un acto.
En pocas palabras; es posible que a lo que tu llamas “la mayoría” esté en el error. “No porque alguien se aviente por un desfiladero te vas a aventar tu.” Decía mi abuela.
“Y no se acomoden al mundo presente, antes bien transfórmense mediante la renovación de su mente, de forma que puedan distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto.” (Romanos 12.2)
“¡Es mi vida y que!”
Imaginemos una situación en la que al ir caminando por la calle, de repente, de un apartamento de dos pisos de alto, una mujer avienta a su hijo pequeño por la ventana, al tiempo que dice: “Es mi vida ¿y qué?” Si ese dicho fuera cierto, lo único que podríamos decir seria: “¡Tiene razón: ella sabrá lo que hace, total, es su vida!”
La verdad es que la vida la tenemos prestada, no es nuestra, tenemos que vivirla de acuerdo a la voluntad de Dios quien nos la regaló.
“La vida del hombre proviene de Dios, es su don, su imagen e impronta, participación de su soplo vital. Por tanto, Dios es el único señor de esta vida: el hombre no puede disponer de ella”. 5Evangelium Vitae, 39.
“La vida es corta, ¡disfrútala!”
Una canción mexicana popular hace eco a este principio: “El día que yo me muera, no voy a llevarme nada, hay darle gusto al gusto, la vida pronto se acaba, ya muerto voy a llevarme, nomas un puño de tierra.” —Ramón Ayala
Este sofisma se escuda bajo dos principios que a primera vista parecen ser indiscutibles para justificar el soltar la rienda libre a nuestras pasiones.
- La vida es corta.
- Solo se vive una vez.
Analizando bien estos dos puntos nos damos cuenta que la vida no es corta (si la vivimos prudentemente). Tampoco se vive solo una vez; tu, yo, y los demás, seguiremos viviendo después de la muerte en la eternidad.
El sofisma de “la vida es corta, ¡disfrútala!” pone en la mente de miles de personas el pensamiento urgente motivando por una especie de inquietud desesperada para exprimir la última gota de placer a cada día, ante el eminente desvanecimiento de una vida que no se volverá a repetir.
Bajo esta mentalidad, el tiempo se convierte en nuestro mayor enemigo. Un frenesí caótico estalla en nuestros corazones y en nuestras mentes: “¡No puedo creer que nunca llega a ver Italia!” “Mi sueño es tirarme en paracaídas ¿podré realizarlo algún día?” “¿Qué va a pasar si nunca encuentro un marido, una esposa, o si no tengo hijos?”
“¡Pero es que yo lo amo, por eso lo hice!”
Nuestra cultura, ha perdido el verdadero sentido del amor de pareja y de la responsabilidad. La gente hoy día para maquillar su inmoralidad respingan: “Pero es que yo la/o amo” “¡No se metan en mi vida, respeten nuestro amor y decisión”!
Por desgracia la palabra “amor” es uno de los términos más malentendidos hoy día en nuestra sociedad. Con frecuencia la gente (particularmente jóvenes) confunden el amor con la pasión y placer sexual.
Por eso muchos jóvenes juran y perjuran estar completamente enamorados de su pareja, pero en realidad están confundiendo el amor por algo completamente diferente: el agasajo, la pasión, que nace del egoísmo de la satisfacción carnal.
“Dios no desea mi infelicidad.”
Es cierto, Dios es muy bueno, perdona todo, y no desea nuestra infelicidad, pero es un error creer que Dios tolerara y disimulara nuestros actos pecaminosos haciéndose de la vista gorda.
Dios desea nuestra felicidad, pero no es la felicidad que muchos de nosotros nos imaginamos: la libertad financiera, tener una modelo por esposa, ser reconocidos por la sociedad, tener un cuerpo bien formado, viajar por el mundo etc.
La felicidad que Dios desea para cada uno de nosotros esta lejos del deseo hedonista de nuestra sociedad actual, de una vida relajada, paseos por alta mar, una vida ajena al dolor, la renuncia y el sacrificio purificador.
Por el contrario, una vida sin algún tiempo de prueba, en el disfrute libre de los placeres del mundo, es indicativo de estar lejos de Dios.
“Sufren para corrección suya. Como a hijos los trata Dios, y ¿qué hijo hay a quien su padre no corrige? Mas si quedan sin la corrección, que a todos toca, señal de que son bastardos y no hijos.” (Hebreos 12:6–8,)
“Es imposible alcanzar la perfección ¿para qué esforzarse?”
Debemos distinguir entre el perfeccionismo y la perfección en la santidad. El perfeccionismo es la creencia de que si tenemos una casa perfecta, un trabajo perfecto, un aspecto físico perfecto, y actuamos perfectamente, podemos reducir al mínimo el dolor, la culpa, el juicio, y la vergüenza.
Pero el perfeccionismo no es lo mismo que tratar de ser la mejor persona posible ante la sociedad y ante los ojos de Dios. El perfeccionismo ante el mundo es del diablo, el perfeccionamos del alma es de Dios.
“El que asciende no termina nunca de subir; y va paso a paso; no se alcanza nunca el final de lo que es siempre susceptible de perfección. El deseo de quien asciende no se detiene nunca en lo que ya le es conocido”. 6San Gregorio de Nisa, In Canticum homilia 8.
“Yo sigo la corriente “I move with the flow”.”
Hay que aceptarlo: nadar contra la corriente, no es nada fácil solo mira a un salmón. ¿Porque simplemente no nos dejamos llevar por la corriente en vez de ir en su contra? ¿Para que afanarse tanto? Pues porque a veces tenemos la obligación de tomar medidas, incluso si esto implica “nadar contra la corriente”.
A nuestra cultura moderna le encanta la palabra “fácil”, si es fácil me gusta, si es difícil no. En la televisión siempre escuchamos: “¡Pronto, ordene este producto y le hará la vida mas fácil!” “¡Inventamos este aparato fácil de usar que le haya la vida mas fácil!”
No podemos vivir en el falso sueño de nuestra la cultura moderna: “¡Don’t worry be happy, just relax!”, y vivir a expensas de lo que nos ofrezca la sociedad actual, que celebra y pregona al dios del materialismo, consumismo, y hedonismo.
“Bueno es que de vez en cuando suframos algunos pesares y contratiempos; porque ellos suelen hacer entrar en sí al hombre, y le dan a conocer que está desterrado, y que no debe poner su esperanza en cosa alguna de este mundo.” —Tomás de Kempis.
“El dolor es malo, hay que evitarlo.”
Si creemos que tenemos derecho a una vida llena de comodidad y confort desmedido, es obvio que cuando llegue el dolor, los problemas y los sufrimiento, el dolor tendrá una única dimensión: la negativa, tal como lo pregona y nos lo ha inculcado la sociedad actual.
Niccoló Tommaseo, escritor y lingüista italiano, dijo: “El hombre que no fue educado por el dolor sigue siendo siempre un niño”. Y esto es cierto, porque solo crecemos cuando sufrimos.
Ahora: huir del dolor, tratar de suavizarlo con pasatiempos, drogas, o con irresponsabilidades nos harán débiles y enfermizos. Alguien también dijo: “pronto haremos de nuestras casas hospitales y de los hospitales nuestras casas”. Las cosas blandas y suaves nunca han sido buenas para forjar personalidades recias.
“El que somete su propio cuerpo y domina su alma, sin dejarse llevar por las pasiones es dueño de sí mismo: se puede llamar rey porque es capaz de gobernar su propia persona; es libre e independiente y no se deja cautivar por una esclavitud culpable.” 7San Ambrosio, Expositio Psalmi, 118, 14, 30: PL 15, 1403a.
Todas estas frases e ideologías son producto del deseo de una conciencia mal formada, nacidas en las regiones del infierno, como dice Santiago estas frases pertenece a una lengua “encendida por la gehenna [del infierno, que] prende fuego a la rueda de la vida.” (Santiago 3:6,)
Tantos jóvenes inspirados en esta ideología del relativismo buscan una libertad falsa: de querer disfrutar los placeres de la vida sin frenos, sin tener que preocuparse por alguna consecuencia eterna.
Decía el padre Fr. Jacques Philippe: “Para el hombre moderno ser libre a menudo significa verse desatado de todo autoridad, para el cristiano en cambio la libertad solo se puede hallar en la completa sumisión a Dios”. 8 La libertad Interior p. 16
Si desterramos de nuestras vidas las falsas ideologías que el diablo promueve por medio del Relativismo, quizás mañana cuando seamos viejos contemplaremos nuestra vida pasada y nos llenaremos de satisfacción al volver la memoria atrás sobre nuestras decisiones bien pensadas.
Como escribe Arthur Schopenhauer: “No hay mayor consuelo en la vejez que la certeza de haber invertido toda la energía de la juventud en obras que no envejecen con uno.” 9 Arthur Schopenhauer, Aforismos sobre el arte de vivir. p. 212